Para empezar en la recepción no había nadie, tuvimos que llamar, vino el gerente en estado de ebriedad, con olor fuerte a alcohol y falta de elocuencia al hablar, por no mencionar su actitud prepotente. No pudieron ubicarnos hasta media hora después. Al entrar el suelo de la habitación estaba sucio y había un montón de hormigas, además las sábanas estabas llenas de pelos, cómo si no las hubiesen cambiado y otras con manchas de sangre. A la hora de acostarnos no hacíamos más que escuchar la pelea que había abajo, no había modo de descansar. Otra decepción fue la ducha, que salía o helada o hirviendo, no había punto medio, francamente no volveríamos, no lo recomiendo para nada.